viernes, 6 de febrero de 2009

La perrita y su palomo

Esta historia paso en mi ciudad, esta nota salió publicada en el diario local. Hay abundantes historias sobre los misterios que protagonizan los animales en torno de la maternidad. Leonas que adoptan un becerro, cerdas que adoptan perritos, gatas que hacen lo propio con perros. En fin...hermosos testimonios de esos comportamientos de los animales que nos resultan indescifrables, pero si nos conmueven a casi todos. Lo que vamos a contar es para nosotros una historia inédita. nuestro fotógrafo Carlitos Ramirez capto el episodio (foto) y allá fue uno de los notabrevistas (la sección se llama notas breves) a lo que era un taller municipal y hoy es propiedad del Club El Fortín, donde va tomando forma un gran gimnasio y otras lindas canchas deportivas. En el lugar trabajan los hermanos Carlos y Mariano Gonzalez. Ellos encontraron un día una perrita vagabunda en cercanías de ese lugar deportivo, en muy mal estado, como pidiendo auxilio. Estaba preñada y los muchachos comprendieron que había que llevarla a un veterinario y allá fueron en busca del amigo que les diera una mano. El profesional les dijo que tenía moquillo y que los perritos estaban sin posibilidades de vida en el vientre de la perrita. Y así fue. La llevaron de vuelta al club que se está construyendo y le prodigaron todos los cuidados posibles. La perrita se recompuso y enseguida le dieron un nombre: la Fortinera. Sin embargo el animalito no parecía progresar mucho en su ánimo. Se la veía triste, corría palomas, en ese lugar hay centenares, a veces se almorzaba alguna y así transcurría la vida hasta que un día, paseando por el parque que bordea el gimnasio, la Fortinera encontró una palomita desplumada que había caído del nido. Carlitos y Mariano observaban y comentaban que la perra Fortinera había logrado ese día un bocado fácil. Sin embargo no podían salir de su asombro cuando la perrita tomo delicadamente al palomito entre sus dientes y lo entró al gimnasio para llevarlo a un vestuario, donde debajo de un banco tiene su lugar de reposo sobre unas bolsas. El palomito sintió el calor y le gustó. Su suerte, que parecía el final, cambió. Se acurrucó junto con su perra madre y así comenzaron a pasar los días. Dicen los muchachos que pareció en esos primeros días que ella se ponía en posición de amamantar. Al palomito le daban agua y granos como podían , y carne picada a la perrita. El palomito comenzó a picar en la boca de su madre adoptiva. Hoy el pichón, que paso a llamarse Fortín, ya vuela, sube a los altos del edificio y de los árboles , mientras su mamá Fortinera espera nerviosa y hasta ahora vuelve a cada momento. El palomito caminaba por el suelo del gimnasio y apareció su mama más que enojada. Ladró con mucha bronca al desconocido que se acercaba. Después se acercó a su hijito palomo, éste levantó sus alas para que ella lo tomara muy suavemente y se lo llevara lejos de ese intruso. Esta historia tiene un final abierto que es este: En la Nochebuena pasada cuando comenzó el estallido de cohetes y cañitas, la perrita fue vista muy alterada corriendo por el amplio terreno de las instalaciones del club. Corrió y corrió hasta que encontró una salida por el alambrado, y desde entonces nunca más se la vió. Con respecto al palomito estuvo los primeros días volando en el gran recinto, se acercaba al lugar donde convivió con la perrita, pero comenzó a mostrase esquivo y hace unos días que no volvió más. "A veces miramos hacia lo alto de los árboles y nos parece que es él, junto con otras palomas, pero ya está con ellas y no desciende más", comentaron los muchachos. Es una hermosa historia que confirma que los animales son superiores a nosotros en todo sentido. A mis seguidores y lectores habituales les digo, si tienen historias como ésta y quieren que se las publique, o simplemente para contarme alguna anécdota, por favor háganlo via mail a elperroperfecto@gmail.com.